fbpx

Nuestras ciudades, nosotros y el futuro – Infobae

Cuando el prestigioso arquitecto Jan Gehl visito nuestro país en Septiembre pasado con motivo de la Bienal de Arquitectura, dejo una frase flotando en el aire que reflejo el carácter innovador que tuvo su obra a lo largo de su vida. El danés afirmo “que una ciudad pensada para personas mayores de edad o menores de 8 años, era una ciudad más vivible para todos”. De manera consiente o no, Gehl refrendaba – desde su saber arquitectónico – el nuevo paradigma “Age friendly” con el que debemos pensar nuestra sociedad de cara al futuro.

Las calles, las plazas, mercados y espacios públicos contribuyen a definir el vínculo social de quienes viven en las ciudades. A vistas de los datos, en Argentina somos la gran mayoría; donde ocho de cada diez personas habitamos en urbes. La urbanización es una de las “grandes” características sociodemográficas de nuestro país, y no solo en Argentina. En 2014 según las Naciones Unidas, el 54% de la población mundial ya vivía en ciudades. La tendencia indica que hasta el año 2020 este porcentaje continuara incrementándose a un ritmo algo menor al 2% anual, un incremento significativo.

El otro gran determinante sociodemográfico de las ciudades y su población, es la edad de sus habitantes marcada por un continuo envejeciendo. De hecho Argentina se halla en una etapa avanzada de envejecimiento poblacional. Según el censo 2010, más del 10% de nuestra población tiene más de 65 años, lo que equivale a más de 4 millones de personas de los que casi 2,5 millones son mujeres. Si bajamos la vara a los 60 años, el porcentaje aumenta al 14,3%. Es claro que si nos preguntaran cuales son las grandes tendencias para las próximas dos décadas en nuestra sociedad – basados en la evidencia – deberíamos contestar el crecimiento de las ciudades y el envejecimiento de sus habitantes. Son dos tendencias que convergen. Una respuesta sensata a la luz de los datos.

En 2007 la Organización Mundial de la Salud aprobó el marco político de acción “Ciudades Amigables para el Adulto Mayor”, una especie de estructura teórica sobre la cual pensar, diseñar e implementar la ciudad en la cual vivimos y viviremos nuestras vidas. En este sentido, una ciudad “Amigable” para la personas mayores considera aspectos como los espacios verdes y las barreras arquitectónicas, el transporte, el diseño de las viviendas, el grado de participación social de quienes la habitan, las estrategias de comunicación, señalización e información así como los servicios de apoyo estatales, privados y civiles entre otros.

Esto no es más que un conjunto de lineamientos que permiten y permitirán que cada decisión que se tome en política pública ciudadana se haga en provecho de quienes son parte de ese entorno: el ciudadano. Hoy son más de 1000 las ciudades que integran la “Red de ciudades amigables del adulto mayor” en el mundo. En Argentina solo la ciudad de La Plata forma parte de esta red. Para la consecución de estos objetivos hacen falta varias cuestiones, pero hay dos que son definitivas a la hora de obtener resultados: integración intersectorial y voluntad política. No es poco. Sin embargo, en nuestro país soplan vientos de cambio donde por primera vez en años, un mismo color partidario alinea tres jurisdicciones políticas: ciudad, provincia y Nación. Un momento de oportunidad sin duda.

Así es como hoy, como antes nunca antes se vio en nuestro país, existe la posibilidad que los Ministerios de Bienestar Social, Salud y Educación, el PAMI, la Defensoría de la Tercera Edad y otras dependencias estatales puedan alinearse en post de las personas mayores, que no son ni más ni menos que nosotros mismos dentro de unas décadas.  Algo que seguramente no sabemos si Jan Gehl lo tiene muy claro por ser un arquitecto de prestigio mundial o por estar al borde de sus 80 años. En todo caso, en nuestro país tenemos oportunidad. Que no se nos pase.

Diego Bernardini

Es médico de familia (UBA) y Doctor en Medicina por la Universidad de Salamanca (España). Autor de “De vuelta. Diálogos con quienes vivieron mucho (y lo cuentan bien)” (Aguilar, 2015).

@Diego__MD