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De capital, riesgos y salud

Cuando la ciencia, la prensa, los libros o las personas se refieren a un “Capital” se suele hablar de un bien preciado, ante todo algo valorado. Una riqueza que resulta de un proceso de acumulación, en donde su duración o perdurabilidad en el tiempo otorga la propiedad que ese bien debe ser cuidado. Un capital por definición encierra valor. Puede ser un capital físico o financiero, hay capital humano y también capital de riesgo, así como capital social o capital propio. Pero también existe otro tipo de capital del que poco se habla: el capital de salud, concepto que como es de imaginar, proviene de la economía y que fuera introducido por Grosman en 1972.

En el caso de la salud, como en todo capital existe un “deposito” o “reservas” con las que todos contamos desde el momento de nacer. Estas reservas tienen, fundamentalmente, dos orígenes a modo de insumos: el genético o biológico que nos viene condicionado por nuestra herencia y donde género y raza son determinantes; y el que nos ofrecerá el medioambiente o entorno en el que creceremos, en gran modo dependiente de las condiciones socioeconómicas de nuestra familia primaria. Estas dos variables, en mayor o menor medida, estarán moduladas durante nuestra existencia por el propio curso de vida, nuestro propio transcurrir; por ello decimos que esta visión o perspectiva de análisis encuentra su fundamento en la importancia del contexto. 

Así como un capital financiero está sujeto a riesgos y oportunidades de los mercados, el capital de salud también está sujeto a riesgos. Esos pueden ser positivos o negativos, o lo que es lo mismo: ser ventajas y desventajas, ambas cobran mayor o menor importancia según nuestro momento vital. Una enfermedad infectocontagiosa, como el sarampión, que afecte en la primera infancia, momento de gran importancia en el desarrollo de las personas y donde la madurez del sistema inmune aun no es completa, es casi por seguro que tendrá un impacto diferente que el mismo problema en la vida adulta donde las defensas del organismo se hallan en plenitud. Una lesión osteomuscular en la adultez joven lo mismo podría provocar secuelas distintas que si ocurriera en la vejez, momento en el que las capacidades funcionales están, en su mayoría, en disminución. 

Si hoy tuviésemos que ponerle nombre a estos riesgos u oportunidades que nos brinda el “mercado de la vida” sin duda alguna seria “Estilos de vida”. Prueba de ello es que ocho de cada diez personas adultas de nuestra sociedad se enferman, sufren y mueren por las llamadas enfermedades crónicas no transmisibles – enfermedades cardiovasculares, diabetes, enfermedad pulmonar obstructiva crónica y algunos tipos de cáncer –  que se originan fundamentalmente en nuestros estilos de vida, en nuestra forma de vivir.

Obesidad: riesgo para nuestro capital de salud.

No existe ningún país que en los últimos 30 años haya podido disminuir las cifras de sobrepeso y obesidad en su población. En Argentina de los adultos entre 35 y 64 años, el 35% presenta sobrepeso y 14% obesidad, de todos ellos el 30% tiene necesidades básicas insatisfechas según la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo 2010, la Encuesta Permanente de Hogares (Elgart, 2010).

Tanto la obesidad como el sobrepeso son factores de riesgo para diabetes tipo II, dislipemias, enfermedad cardiovascular y otras enfermedades. Sin dudas esto impactará en nuestro capital de salud y desde las etapas de vida más tempranas, sea de manera directa a través de los problemas de salud pero también desde dimensiones más complejas de medir como puede ser la estigmatización social, la autoconfianza o las oportunidades. Desde una visión social, considerar que los recursos del Estado que se empleen en atender la demanda de las necesidades en salud de una población obesa, serán recursos que falten para ser invertidos en educación, infraestructura o desarrollo. 

Invirtamos en salud, mejoremos nuestro capital

Así como en economía existen inversiones a corto y largo plazo, también existen en salud. Invertir en salud ante todo es mirar a largo plazo, pero también y a diferencia de los mercados económicos, disfrutar en lo inmediato. De inversión a largo plazo nos da la razón la expectativa de vida actual donde la revolución de la longevidad hoy es una realidad y ganancia de los tiempos que nos tocan vivir. Estamos viviendo una vida con tantos años como nunca antes se había visto en la historia de la humanidad, pero además, estos años son tiempo de calidad y de autonomía en su mayoría. Según el Global Age Watch Index de la ONG Help Age International, un adulto que cumple 60 años hoy en Argentina se espera que viva 21 años más en promedio, de los que algo más de 16 serán en condiciones de independencia o autonomía.

Hoy la vida es más como una maratón que como una carrera de velocidad, y para completar una maratón es necesario pensar en largo plazo, lo mismo que en salud.

Para una persona preocupada y consiente de su propia salud cuidar sus estilos de vida es fundamental. Por ello, como en una maratón, cada kilómetro cuenta y por ello deben ser muy bien pensados y regulados, de manera de poder llegar a nuestra vejez en las mejores condiciones posibles y así completar exitosamente la maratón de la vida. A los estilos de vida se los aborda desde dimensiones individuales como una dieta adecuada, controles médicos periódicos, un programa de actividad física que reúna criterios de prescripción, pero también desde políticas públicas planificadas, implementadas, monitoreadas y evaluadas por un Estado presente. 

Tener salud es tener independencia, es libertad. Ambas solo se aprecian cuando se la pierde. Invertir en salud debe hacernos pensar que invertimos en nuestra vida, en el corto y el largo plazo, en la posibilidad de ejercer esta libertad. Plazos que permitirán imaginar, y posiblemente vivir un transcurrir del cuso de vida en salud y autonomía, pero por sobre todo un goce inmediato como significa vivir cada día. Eso es la salud, una inversión que se toma, mayoritariamente, de manera libre, porque ser libres es tener salud y eso se logra solo cuidando lo que se tiene: un capital de salud. 

Publicado el 20 de Agosto, 2015 en Bastion Digital, Argentina – See more at: http://ar.bastiondigital.com/notas/de-capital-riesgos-y-salud#sthash.BS6fgzg4.PdbYOn7J.dpuf